Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,6-11):
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

La lectura del santo evangelio según san Lucas nos presenta una escena que, aunque ocurrió hace más de dos mil años, sigue siendo relevante hoy en día. Jesús, en su misión de enseñar y sanar, se enfrenta a la rigidez de las normas religiosas y sociales de su tiempo.
En nuestra vida cotidiana, nos encontramos con situaciones similares. ¿Cuántas veces hemos juzgado a alguien por no seguir las reglas, sin detenernos a pensar en el bien que podría hacerse? En el trabajo, en la escuela, incluso en la parroquia, a veces nos centramos tanto en las reglas que olvidamos el propósito más grande: hacer el bien a los demás.
En la parroquia, este mensaje es especialmente relevante. A menudo, nos enredamos en la administración, en los horarios de las misas, en quién hace qué, y olvidamos que la misión principal es servir a la comunidad y a Dios. Como señala un artículo en siervasdemariaantillas.org, el servicio y la comprensión son fundamentales en nuestra labor parroquial[1].
En los movimientos apostólicos, la tentación de centrarse en las reglas en lugar de en las personas es igualmente fuerte. Es fácil caer en la trampa de pensar que estamos haciendo lo correcto simplemente porque seguimos un conjunto de normas. Pero, ¿y si esas normas nos impiden hacer el bien?
Jesús nos reta a ir más allá de la ley y a buscar la justicia y la compasión en nuestras acciones. Nos invita a cuestionar las normas que hemos establecido y a preguntarnos si realmente sirven al bien común o simplemente perpetúan sistemas de poder y exclusión.
Por lo tanto, la próxima vez que nos encontremos en una situación en la que las reglas parecen estar en conflicto con hacer el bien, recordemos este pasaje del evangelio. Preguntémonos: ¿Qué haría Jesús en esta situación? ¿Seguiría las reglas ciegamente o buscaría una forma de hacer el bien, incluso si eso significa desafiar las normas establecidas?
En resumen, este pasaje nos invita a reflexionar sobre la verdadera esencia de nuestras acciones, tanto en la vida diaria como en la parroquia y en los movimientos apostólicos. Nos desafía a ser valientes, a enfrentar las críticas y a hacer lo que es correcto, incluso cuando no es lo más fácil. Y en ese desafío, encontramos la verdadera misión de nuestra vida: hacer el bien sin importar las circunstancias.