Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,1-3):
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor.

Jesús caminando entre la gente:
El Evangelio nos muestra a Jesús en movimiento, recorriendo ciudades y pueblos. No se queda en un solo lugar, porque su misión no tiene fronteras. Esa imagen es un espejo para nuestras parroquias y comunidades: no podemos esperar que las personas lleguen por sí solas, hay que salir, acercarse, visitar, tocar puertas, mirar a los ojos. Muchas veces, el testimonio más fuerte no se da en un sermón, sino en el saludo sincero en la plaza, en la visita inesperada al enfermo, o en la conversación sencilla con un joven que busca respuestas.
Mujeres que sostienen la misión:
Lucas no oculta un detalle precioso: mujeres concretas acompañan y sostienen la obra de Jesús. Nombres y rostros que en su tiempo podían ser secundarios, hoy resuenan como protagonistas. María Magdalena, Juana, Susana… mujeres que, con sus propios recursos y experiencias, hicieron posible que el anuncio llegara más lejos. En nuestras parroquias hay rostros que se parecen a ellas: la catequista que nunca falta, la señora que prepara el café después de la reunión, la que limpia el templo sin que nadie se lo pida, o la que guarda silencio pero sostiene con su oración constante. Ellas también son evangelio vivo.
El Reino en lo cotidiano:
Jesús no predicaba en escenarios elegantes. Caminaba por calles polvorientas, se detenía en casas sencillas, compartía la mesa sin protocolo. Ahí se hacía visible el Reino de Dios: en la cercanía, en lo común. Lo mismo ocurre en la vida parroquial. No necesitamos grandes eventos para que el Evangelio brille. A veces basta una reunión vecinal bien llevada, un grupo apostólico que organiza una colecta para los más pobres, o una tarde compartida con los jóvenes que descubren que la fe también se canta, se ríe y se celebra.
El trabajo en comunidad:
El texto nos recuerda que la misión no era tarea de Jesús en soledad. Los Doce iban con Él, pero también muchos otros, cada uno aportando algo distinto. Así ocurre en nuestras comunidades: hay quien predica, quien organiza, quien canta, quien administra, quien sonríe desde la puerta para dar la bienvenida. Cuando cada cual ofrece lo que tiene, lo pequeño se vuelve grande y lo débil se transforma en fuerza. El secreto está en caminar juntos, aun con las diferencias, porque el Reino se construye con unidad y diversidad.
Reconocer la obra de Jesús en nosotros:
María Magdalena había sido liberada, Juana había dejado atrás sus seguridades, Susana había encontrado un nuevo horizonte. Todos llevaban en la memoria la experiencia de ser tocados por Jesús. Eso mismo sostiene hoy la vida apostólica: recordar lo que Él ha hecho en nuestra historia personal. Cuando la parroquia se convierte en un lugar donde cada quien puede narrar lo que ha vivido con Jesús, la comunidad se llena de esperanza y fuerza para seguir adelante.
Meditación Diaria: El Evangelio de hoy nos enseña que Jesús no trabaja solo. Camina acompañado, con hombres y mujeres que, desde su realidad, sostienen la misión. En la parroquia, en los movimientos y en la vida diaria, esto se repite: cada gesto de entrega, cada servicio silencioso, cada esfuerzo compartido se convierte en semilla del Reino. La presencia de Jesús se reconoce en lo sencillo, en lo cotidiano, en la colaboración sincera. Como aquellas mujeres que pusieron lo suyo para que el anuncio continuara, también nosotros somos llamados a dar lo que tenemos: tiempo, talentos, recursos o simplemente escucha. La misión no es una carga individual, sino una aventura compartida donde el Reino florece en comunidad. Hoy podemos preguntarnos: ¿qué parte de mi vida puedo ofrecer para que Jesús siga caminando entre los nuestros?