Milagros Cotidianos: Reconociendo las Señales de Dios – Lucas (10,13-16)

Milagros Cotidianos: Reconociendo las Señales de Dios – Lucas (10,13-16)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,13-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafárnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado.»

La lectura del evangelio según san Lucas nos presenta un mensaje profundo y desafiante. Jesús, con palabras directas, nos invita a reflexionar sobre la importancia de reconocer y valorar las señales divinas en nuestra vida. Aquellas ciudades mencionadas, Corozaín y Betsaida, tuvieron la oportunidad de presenciar milagros, pero no se convirtieron. En cambio, Tiro y Sidón, que no tuvieron ese privilegio, se les promete un juicio más llevadero. Esto nos lleva a pensar en las oportunidades que Dios nos da cada día y cómo las aprovechamos.

En nuestra vida diaria, a menudo nos encontramos con «milagros cotidianos», momentos de gracia que pasan desapercibidos si no estamos atentos. Puede ser un gesto amable de un desconocido, una palabra de aliento en un momento difícil o simplemente la belleza de la naturaleza que nos rodea. Estas son señales de que Dios está presente y actúa en nuestras vidas. ¿Somos como Corozaín y Betsaida, que a pesar de ver los milagros, no cambian su corazón? O ¿somos más como Tiro y Sidón, dispuestos a convertirnos incluso sin haber visto esos milagros?

En el trabajo de la parroquia y en los movimientos apostólicos, esta reflexión toma un significado aún más profundo. Estamos llamados a ser instrumentos de Dios, a llevar su palabra y sus milagros a otros. Pero, ¿cómo podemos hacerlo si no reconocemos esos milagros en nuestra propia vida? Es esencial que, como comunidad, estemos atentos a las señales de Dios y las compartamos con los demás. Solo así podremos llevar a cabo la misión que se nos ha encomendado.

El mensaje final del evangelio es claro: escuchar a Jesús es escuchar a Dios. Rechazar a Jesús es rechazar a Dios. En nuestra vida diaria, en nuestro trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos, ¿estamos verdaderamente escuchando? ¿O estamos demasiado ocupados, distraídos o desinteresados para oír su voz?

Para finalizar, reflexionemos sobre las palabras de Jesús a Cafárnaún. A veces, podemos sentirnos seguros en nuestra fe, pensando que ya hemos «escalado el cielo». Pero la fe es un viaje, y siempre hay más por aprender, más por hacer y más maneras de acercarnos a Dios. No demos por sentado las bendiciones y oportunidades que se nos presentan. En su lugar, aprovechemos cada momento para crecer en nuestra relación con Dios y servir mejor a los demás.