Moisés y Aarón se presentaron ante el Faraón y le dijeron: “Así dice Yahvéh, el Dios de Israel: -Deja salir a mi pueblo para que celebre una fiesta en el desierto”. Respondió el Faraón; ¿Quién es Yahvéh para que yo escuche su voz y deje salir a Israel? No conozco a Yahvéh y no dejaré salir a Israel”. Aquel mismo día el Faraón dio la siguiente orden a los capataces del pueblo: “Ya no darán paja al pueblo para hacer ladrillos. Que vayan ellos mismos a buscarla, pero les exigirán la misma cantidad de ladrillos que hacían. Son unos flojos”. El pueblo se dispersó por todo el país en busca de paja para fabricar los ladrillos. Los capataces castigaban a los jefes de los israelitas porque no lograban hacer la misma cantidad que antes. Los jefes de los israelitas fueron a quejarse al Faraón y le dijeron: “¿Por qué nos tratas así? No nos dan paja y nos exigen la misma cantidad de ladrillos que antes”. “¡Flojos y más que flojos! Por eso es que nos piden ir a sacrificar al desierto. Pero no irán”.
Moisés se presentó a Dios diciendo: “Señor mío, ¿por qué tratas así a tu pueblo? Y, ¿Tú no haces nada para librarlo?” Yahvéh respondió: “Ahora verás lo que voy a hacer con el Faraón. Yo seré más fuerte que él”.
PRIMERA PLAGA: AGUA EN SANGRE
Yahvéh dijo: Dirás al Faraón. El Dios de Israel nos ha enviado a ti. Deja salir a su pueblo para que lo vayan a adorar en el desierto. Voy a golpear las aguas y se convertirán en sangre. Aarón, en presencia del Faraón, levantó el bastón y golpeó las aguas del Nilo que se convirtieron en sangre y los peces del río se murieron y las gentes no podían tomar agua del río. Pero el Faraón regresó al palacio como si nada importara de lo sucedido.
SEGUNDA PLAGA: LAS RANAS
Yahvéh dijo a Moisés: “Dile a Aarón que extienda su bastón que tiene en su mano sobre los ríos y las lagunas de Egipto, para que salgan ranas por todo el país”. Así lo hizo Aarón y salieron ranas que cubrieron todo el país, penetraron hasta en la casa del Faraón y en todos los dormitorios, en las camas y despensas. Entonces el Faraón llamó a Moisés y Aarón y les dijo: “Pidan a Yahvéh que aleje de mi y de mi pueblo estas ranas y yo dejaré salir al pueblo para que ofrezca sacrificios a Yahvéh”. Moisés dijo al Faraón: “Rezaré como tú pides para que sepas que no hay nadie tan poderoso como nuestro Dios Yahvéh. Las ranas se alejarán”. Oró Moisés a Yahvéh y Dios cumplió la promesa de Moisés. Todas las ranas se retiraron de las casas y murieron. Pero el Faraón, al verse libre de este mal, se le endureció el corazón y no quiso escuchar a Moisés y Aarón.
TERCERA PLAGA; LOS MOSQUITOS
Nuevamente habló Yahvéh a Moisés: “Di a Aarón que golpee con su bastón el polvo de la tierra y saldrán mosquitos por todo el país”. Así lo hizo Aarón. Y todo el país se llenó de mosquitos. Los brujos del Faraón quisieron alejar los mosquitos, por medio de sus encantamientos, pero no pudieron. Los mosquitos seguían persiguiendo a toda la gente. Los brujos dijeron al Faraón la mano de Dios está en esto. Pero el Faraón no quiso hacerles caso.
CUARTA PLAGA; LOS TÁBANOS (AVISPAS)
Yahvéh dijo a Moisés: “Dile al Faraón: – Deja salir a mi pueblo para que me ofrezcan sacrificios. Si tú no los dejas salir, enviaré tábanos a ti, y a tu pueblo e invadirán las casas de los egipcios, menos las casas de los israelitas para que sepas que Yo estoy con ellos”. Y así lo hizo Yahvéh. Los tábanos (avispas muy molestosas por sus picaduras) invadieron las casas del Faraón y de todo su pueblo. Entonces el Faraón llamó a Moisés y le dijo: “Vayan a ofrecer sacrificios, pero sin salir de mi país”. “Esto no se puede porque los israelitas ofrecemos en sacrificio animales que en Egipto no está permitido sacrificar”, dijo Moisés. El Faraón respondió: “Entonces los dejaré ir al desierto a ofrecer sus sacrificios con tal que recen por mi”. Moisés dijo: “Así lo haremos, rezaremos a Yahvéh y mañana los tábanos se alejarán de tu casa y de todas las casas del país. Pero no nos vayas a engañar después diciendo que o podemos salir”. Salió Moisés y rogó a Yahvéh, el cual cumplió la promesa de Moisés y alejó los tábanos de todas las casas. No quedó, ni uno sólo. Pero apenas el Faraón se vio libre de este mal, se negó a que Israel saliera del país.
QUINTA PLAGA: LA PESTE
Yahvéh dijo a Moisés: -Dile al Faraón: Deja salir a mi pueblo para que me ofrezca sacrificios. Si no lo haces enviaré una peste a todos los animales: asnos, caballos, camellos y vacas y morirán muchísimos, pero a los animales de los israelitas no les sucederá nada malo”. Y así fue. Envió Dios una peste, terrible enfermedad y murieron los animales de los egipcios en todo el país, pero los animales de los israelitas no murieron. El Faraón mandó comprobar esto y así fue. A pesar de todo esto, el Faraón persistió en su negativa y no dejó salir al pueblo.
SEXTA PLAGA: LAS ULCERAS
Dijo Yahvéh a Moisés: “Tomen un puñado de ceniza y échenlas al cielo en presencia del Faraón. Inmediatamente aparecerán úlceras y tumores en el cuerpo de los egipcios. Así lo hicieron y aparecieron úlceras y tumores en el cuerpo a muchísimos egipcios.
SEPTIMA PLAGA: EL GRANIZO
Dios dijo a Moisés: “Dile al Faraón: -Esto dice Yahvéh, Dios de los hebreos: Deja salir a mi pueblo, porque si no, te enviaré poderosas plagas. Mi fama será celebrada en toda la tierra. Si todavía te opones a que salga mi pueblo. Mañana haré llover una granizada tan fuerte como nunca la ha habido en todo Egipto. Que recojan bajo techo; todo animal que esté en el campo y toda persona y cosecha”. Dios dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo”. Así lo hizo Moisés. Yahvéh mandó una granizada tan fuerte como nunca había caído; dañó y destrozó todo lo que había en el campo y en todo el país: hombres, animales y cosechas que no estaban bajo techo. Pero en la región de Gosen donde estaban los israelitas no cayó granizo. El Faraón llamó a Moisés y le dijo: Mi falta aparece, claramente Yahvéh es santo. Mi pueblo y yo seremos culpables. Pidan a Yahvéh que cese la granizada y los truenos y yo no los detendré, los dejaré que se vayan. Pero al ver el Faraón que la granizada y las tormentas habían pasado siguió negándose a que saliera Israel.
OCTAVA PLAGA: LAS LANGOSTAS
Yahvéh dijo a Moisés: “Vete otra vez donde el Faraón porque voy a obrar prodigios para que puedas contar a los que nacerán después cuántas maravillas he obrado y así crean que Yo soy Yahvéh, el Dios”. Moisés y Aarón fueron al Faraón y le dijeron: “Dejar salir a mi pueblo, porque si no enviaré langostas en tal cantidad que destrozarán todas las plantas y se meterán en todas las casas”. Los servidores del Faraón le dijeron: “Déjalos porque si no arruinarán todo”. El Faraón dijo: “Pueden salir al desierto a ofrecer sacrificios, pero sólo los hombres. Las mujeres y los niños tienen que quedarse aquí”. Yahvéh dijo entonces a Moisés: “Extiende tu mano sobre la tierra para que vengan las langostas” Moisés extendió el bastón sobre el país y envió Dios un viento que trajo del oriente langostas en tal cantidad como nunca nadie había visto jamás. Las langostas devoraron todos los cultivos que el granizo había dejado y no quedó nada verde.
NOVENA PLAGA: LOS TRES DIAS DE TINIEBLAS
Al ver el Faraón las langostas mandó llamar a Moisés y le dijo: “He pecado contra Yahvéh. Pidan a Dios que haga un nuevo favor apartando de nosotros esta plaga”. Salió Moisés y rogó a Yahvéh, el cual hizo soplar un viento fuerte del mar que arrastró todas las langostas hacia el mar rojo. Ni una solo quedó. Pero el Faraón continuó en su capricho y no dejó salir al pueblo. Dijo entonces Yahvéh a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo y habrá tinieblas sobre el país de Egipto”. Así lo hizo Moisés y negras tinieblas vinieron sobre todo el país. No lograban verse unos a otros y nadie podía salir de su casa, por espacio de tres días. Pero el espacio en donde vivían los israelitas sí había luz abundante. El Faraón dijo a Moisés: “Pueden ir al desierto a ofrecer sacrificios, pero solamente las personas. No pueden llevar ningún animal.” Moisés le dijo: “Llevamos todo lo que tenemos, o no vamos”. Entonces el Faraón enfurecido le dijo: “Retírate de mi presencia y no vuelvas más. La vez que te presentes ante mí, morirás.” Moisés le contestó: “Así será. No volveré ante ti si no me mandas llamar”.
DECIMA PLAGA: LA MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS
Yahvéh dijo a Moisés y a Aarón: “Digan a la gente de Israel: Cada familia consiga un corderito sin mancha, no tenga más de un año, lo sacrificarán al anochecer y con la sangre untan la parte superior de la puerta de la casa en donde van a comer el cordero. Lo asan y lo comen con panes sin levadura”. Lo comerán así: con el traje ceñido como para viajar, con las sandalias puestas y el bastón en mano para partir de viaje Sucedió que, a medianoche, Yahvéh hirió de muerte a todo hijo mayor del país de Egipto, desde el primogénito del Faraón hasta el del preso de la cárcel y todo primogénito nacido de animal. Aquella noche se angustió el Faraón y todos sus ministros de Egipto entero. Hubo grandes llantos y gritos en todo el país. Llamó el Faraón a Moisés y Aarón y les dijo: “Salgan inmediatamente del país con todos los Israelitas. Llévense todos los animales. Váyanse enseguida y pidan para mi la bendición de Dios”.
Los Israelitas se llevaron pan sin fermentar, pues no habían tenido tiempo de echarle levadura. Los israelitas habían pedido a los egipcios que les dieran objetos de oro y plata y muchos vestidos. Yahvéh hizo que los egipcios tuvieran muy buena voluntad hacia los israelitas. Y les dieron todo lo que les pedían. Así que al salir de Egipto iban bien provistos.
Partieron todos los israelitas en número de unos 600,000 con grandes rebaños de ovejas y de vacas. Habían estado en Egipto 430 años. Esta es la NOCHE DE LA PASCUA o sea el paso de Yahvéh por las familias de los egipcios en donde no había en la puerta la sangre del cordero. Así Yahvéh, en esa Noche, liberó de la esclavitud al pueblo de Israel.