De San Bernardo:
El motivo para amar a Dios, es Dios mismo.
- A Dios le buscamos con el deseo.
- No buscarás a Dios si antes no hubieras sido buscado por Él, ni amarías a Dios si antes no hubieras sido amado por Él.
- Dios mismo infunde en el alma el deseo, que no es otra cosa más que una inspirada avidez de santo amor.
- Quien se adhiere a Dios forma un solo espíritu con Él.
- La obediencia vuelve a abrir el ojo que la desobediencia había cegado.
- Ver a Dios no es otra cosa más que ser como Él es.
- Esta es la alegría perfecta; tener una sola voluntad con Dios.
De San Cipriano:
Nunca le faltará la luz a quien tiene la Luz en su corazón. Nunca le faltará la luz al sol a quien tiene a Cristo como luz y como sol.
- No son los mártires quienes hacen el Evangelio, sino que por medio del Evangelio es como se llega a mártir.
- No puede tener a Dios por padre quien no tiene a la Iglesia como madre.
- No puede poseer la túnica de Cristo quien escinde y divide a su Iglesia.
- No es posible dividir la unidad.
- Nada le faltará a quien tiene a Dios consigo, con tal que no le falte Dios.
- Dios no busca nuestra sangre, sino nuestra fe.