Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,12-19):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor.

Camino cotidiano y confianza en Jesús:
Hay textos del Evangelio que no necesitan adornos para mostrarnos dónde andamos parados. Este pasaje, aunque usa imágenes fuertes de su tiempo, nos recuerda algo muy simple: la vida no siempre se acomoda a nuestros planes. En la parroquia lo vemos diario cuando alguien llega con el corazón apretado después de una semana difícil, o cuando un voluntario cuenta que en su trabajo lo miran raro porque mantiene su fe sin esconderla. Jesús no describe estos momentos para asustarnos, sino para recordar que, aun en lo áspero, su compañía no falla.
Dar testimonio sin discursos:
En las comunidades apostólicas siempre aparece la inquietud de “qué debo decir” cuando surgen malentendidos o tensiones. Sin embargo, Jesús sorprende: invita a no preparar discursos, porque la palabra justa llega cuando el corazón está puesto en Él. Lo he visto en reuniones parroquiales en las que una persona, aparentemente callada, dice una frase sencilla que cambia el tono entero del diálogo. Esa sabiduría tranquila, sin estridencias, aparece cuando dejamos que la vida espiritual toque nuestras conversaciones diarias.
Perseverar en lo ordinario:
A veces pensamos que la fidelidad se demuestra en momentos extraordinarios, pero la mayor parte del tiempo se vive en cosas pequeñas: organizar las bancas antes de la misa, mantener un grupo de oración aun cuando llegan pocos, preparar el salón para catequesis aunque haya cansancio. Jesús habla de una perseverancia que no tiene brillo, pero sostiene todo. En los movimientos apostólicos esta constancia humilde es lo que mantiene un grupo vivo, incluso cuando atraviesa etapas difíciles o cuando los ánimos decaen.
Confianza que se aprende con los demás:
El Evangelio de hoy también nos recuerda que no caminamos solos. Las tensiones y desafíos no desaparecen, pero se vuelven más llevaderos cuando hay comunidad. En una parroquia siempre hay nombres concretos: la señora que llega antes para encender las luces, el joven que ayuda con los cables del sonido, la familia que trae café para compartir después de la reunión. Jesús nos invita a descubrir ahí su cuidado: en los gestos de quienes no hablan mucho, pero sostienen más de lo que imaginan.
Una promesa que alimenta el ánimo:
“Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.” No es una frase para leer literalmente, sino para guardar como certeza: hay una mirada que nos acompaña incluso cuando la vida se complica. Esa frase sostiene a quienes trabajan en proyectos parroquiales sin ver resultados inmediatos, a quienes llevan años sirviendo en silencio, a los que siguen adelante aunque parezca que nadie nota su esfuerzo. Jesús no promete evitar los problemas, promete acompañarnos dentro de ellos.
Meditación Diaria: El Evangelio de hoy nos recuerda que la fe no se mide por discursos, sino por el modo en que seguimos adelante en medio de lo cotidiano. Jesús invita a confiar cuando surgen dificultades, a no dejar que las tensiones apaguen nuestra esperanza y a descubrir que las palabras adecuadas nacen cuando el corazón está en paz. La comunidad es un espacio donde aprendemos a sostenernos unos a otros, donde los gestos discretos revelan el cariño de Dios. Perseverar no es aguantar con los dientes apretados, sino caminar cada día con calma, haciendo lo que toca con dignidad y sencillez. La promesa de Jesús —su cuidado constante, su palabra que acompaña— ilumina nuestras tareas, nuestro servicio y nuestras relaciones. Hoy es una buena ocasión para agradecer todo lo que se mantiene firme en nuestra vida, incluso lo que nadie ve, y para pedir un corazón sereno que sepa confiar.