Buscando la Verdadera Riqueza: Lecciones de Lucas 6,20-26

Buscando la Verdadera Riqueza: Lecciones de Lucas 6,20-26

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,20-26):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

La lectura del evangelio según san Lucas (6,20-26) nos ofrece una visión contracultural de la vida, que desafía muchas de las normas y valores que la sociedad moderna tiene en alta estima. En un mundo donde la riqueza, el poder y el estatus social son a menudo vistos como signos de éxito y felicidad, las palabras de Jesús nos recuerdan que hay algo más profundo en juego.

Imagen propiedad de mjdasma.blogspot.com

En nuestra vida diaria, es fácil quedar atrapados en la búsqueda de bienes materiales y comodidades. Sin embargo, el mensaje aquí es claro: la verdadera felicidad no se encuentra en la acumulación de riquezas, sino en la riqueza del espíritu. Esto se aplica especialmente en nuestra labor en la parroquia y en los movimientos apostólicos. Aquí, el foco debe estar en servir a los demás, especialmente a los más necesitados, en lugar de buscar reconocimiento o recompensas terrenales.

Los que trabajamos en la parroquia o en movimientos apostólicos debemos recordar que nuestro objetivo no es ganar el favor de la sociedad, sino seguir los pasos de Jesús. Esto puede implicar enfrentar la exclusión, el insulto y hasta la persecución. Pero como nos recuerda el evangelio, nuestra recompensa será grande en el cielo.

Es crucial que mantengamos una perspectiva eterna en todo lo que hacemos. Los desafíos y las dificultades son temporales, pero la recompensa eterna es infinita. En lugar de buscar la aprobación de los demás, busquemos la aprobación de Dios, viviendo una vida de humildad, servicio y amor.

En los movimientos apostólicos, donde a menudo se busca hacer un cambio en la comunidad o en la sociedad en general, es vital recordar que el cambio verdadero comienza en el corazón. No se trata de cuánto hacemos, sino de cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. Si nuestras acciones están arraigadas en el amor y la humildad, entonces estamos en el camino correcto.

Por último, es importante no caer en la complacencia. El evangelio nos advierte sobre los peligros de estar «saciados» o de reír ahora a expensas de los demás. En cada acción que tomemos, en cada palabra que digamos, busquemos reflejar el amor y la compasión que Jesús mostró durante su tiempo en la tierra.

En resumen, el evangelio según san Lucas nos ofrece una guía valiosa para vivir una vida llena de propósito, significado y amor verdadero. Nos reta a ir más allá de las normas sociales y a buscar una riqueza más duradera: la riqueza del espíritu.